Fragmentos de las palabras de despedida Promoción 2020/2021

FRAGMENTOS DE LAS PALABRAS DE DESPEDIDA PROMOCION 2020-2021

60 años “Profesorado CONCORDIA” A CARGO DEL PADRE OSCAR RIGONI REPRESENTANTE LEGAL DEL IPC.

No caben dudas que ustedes son hijos de la pandemia. Cada quien en su lugar en la vida, tuvo que transitar este peculiar tiempo de aislamiento con todo lo que ello trajo aparejado en nuestra existencia. Dos años de virtualidad en sus vidas, la mitad de sus carreras a distancia donde aprendimos una nueva manera de ejercer la docencia, de evaluarnos, dar exámenes y reunirnos en el Zoom. ¡Vaya si hemos aprendido! Quiero destacar en este sentido, la profunda capacidad de adaptación de toda la comunidad educativa. Lo que en otros tiempos nos llevaría meses o años para implementarlos, lo hicimos en pocas semanas, con una gran creatividad, actualización y reinvención de nuestras prácticas educativas. Queridos comunicadores y docentes: culminan una importante etapa en sus vidas, que los habilita a ingresar al mundo laboral de la comunicación y la docencia. En primer lugar, lo más importante está por venir, por acontecer. Porque hoy empieza la actualización, capacitación y crecimiento. Y lo harán simultáneamente al ejercicio de la docencia y de la comunicación. Pero sepan que este recordatorio y el título que ya tienen, pronto perderá valor si cada año no lo van acompañando de otros certificados, constancias, pos-títulos. Un docente nunca se recibe. Un comunicador tampoco. Todos tenemos posibilidades a nuestro alcance para seguir estudiando y creciendo a la par que nos vamos fogoneando en el ejercicio de esta magnífica vocación. De lo contrario muy pronto encontrarán un distanciamiento con las nuevas audiencias y generaciones de jóvenes. Algunas veces volverán a nuestro Instituto que les seguirá ofreciendo no solo la posibilidad de ser docentes en nuestras carreras, sino de cursar algún post-título o perfeccionamientos ofrecidos por el mismo Profesorado o a través de los convenios con otros importantes centros de estudios como la Universidad Católica de Santa Fe. En segundo lugar: sentimos un sereno y alentador orgullo que hayan caminado nuestro Instituto. Estos años que compartimos, nos hizo llegar hasta aquí con un corazón profundamente agradecido. Gracias por habernos elegido, por abrirnos el corazón y el pensamiento, por preguntar y cuestionar, por ayudarnos a repensar y reelaborar nuestro proyecto institucional. Gracias por perseverar y haber llegado al punto de partida. Gracias a todo el personal de esta casa: nuestros ordenanzas, a los administrativos, contadores, preceptores, asesores, secretarios, equipo directivo, y a todo el personal docente de todas las carreras: ¡mírenlos! Ahora son sus colegas. En tercer lugar: ustedes están aquí justo cuando estamos cumpliendo 60 años de vida Institucional. Muchos de nuestros primeros docentes todavía están entre nosotros. Cuanto tienen para contarnos de los inicios y de todo lo que vino después. Porque una obra es buena no solo por sus inicios, sino por su crecimiento y sustentabilidad en el paso del tiempo. Gracias a este “hombre de Dios”: soñador, atrevido, desafiante, nuestro querido Monseñor Ricardo Rosch, primer obispo y creador de las más importantes obras de evangelización que tiene nuestra Diócesis de Concordia. Siguiendo el espíritu fundacional de Mons. Ricardo, quiero hacer especial mención a la desafiante transformación que viene cursando nuestro instituto: me refiero a nuestros alumnos especiales, por algún límite físico, intelectual o emocional. Algunos de ellos están esta noche entre nosotros. Estos desafíos, también nos preparan para interactuar en un mundo donde jamás debemos excluir a nadie. ¡Quién de nosotros no carga, visible o muy adentro, alguna discapacidad! De eso se trata la comunicación y la docencia: siempre al servicio de la inclusión, el encuentro y la comunión. Debemos darnos cuenta que todos somos especiales en alguna cosas. Tenemos talentos diferentes, Dios y la creación nos han hecho así. Nuestro deber es tomar esos talentos, hacerlos crecer, amplificarlos y ponerlos al servicio de la sociedad. Y si todos hiciésemos eso, el mundo sería un lugar extraordinario. Les deseo que cada vez que entren a un aula, o inicien un programa o escriban un artículo, les tiemble las manos y los pies, pero también el corazón: lo que un docente tiene que saber es que cuando enseña a un niño o a un joven, lo que está haciendo, es cambiando el “cableado” cerebral de su cabeza. No es simplemente enseñar, es ser consciente de la enorme responsabilidad que tenemos. Por último: una muy buena noticia!!!: cuando arrecie el cansancio, las dudas e incluso el dolor, no se olviden que se van con un certificado de garantía que no tiene fecha de vencimiento: la promesa de Jesús: “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin de los tiempos”.Sres. Egresados: ¡felicitaciones! Realícense y sean muy felices en esta maravillosa vocación que han elegido, de servicio del hombre y a la humanidad.